Autor: Illescas Fernández José
Nuestro país está viviendo una época de profundos cambios económicos, políticos y sociales que han generado el surgimiento de violencia cada vez más generalizada y extrema, que afecta a todos los niveles de población sin distinción alguna. La sociedad mexicana se encuentra inmersa en conflictos armados no convencionales, como lo es el combate contra el narcotráfico, que han desencadenado la proliferación de actos de intimidación que han tomado proporciones monumentales. Si bien las autoridades han negado la existencia de una guerra, la realidad es que la violencia generada al interior del país ha puesto en jaque no sólo el control de los actores e interlocutores involucrados en ella, sino de manera significativa al Sistema Nacional de Salud. La carencia de personal médico, de enfermería y técnico en urgencias médicas que conozca el manejo integral, médico y quirúrgico, de los pacientes víctimas de proyectiles de arma de fuego de grueso calibre y de proyectiles en racimo, trae como consecuencia una mortalidad elevada y un número mayor aún, de individuos con secuelas discapacitantes. En esta condición los servicios médicos de emergencia y los hospitalarios se han visto violentados por grupos armados que no distinguen situaciones y agreden al personal médico y paramédico, que intenta brindar atención médica a un individuo lesionado, sin importar su condición social, política, económica religiosa o legal, acorde a los principios éticos y humanitarios de la labor médico asistencial. Ante la necesidad de proporcionar atención médica a las víctimas directas o indirectas de estos hechos, las organizaciones de atención médica no militares han buscado, en los procedimientos militares, acciones que permitan dar una respuesta efectiva a este nuevo flagelo. Por esta razón es que se ha enfocado la vista en la medicina táctica.
2011-08-25 | 2,952 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 1 Núm.1. Mayo-Agosto 2011 Pags. 4-6 Rev Trau Amer Lat 2011; 1(1)